Recuperados bienes etnológicos en Son Saura Vell

Recuperado el conjunto etnológico de Son Saura Vell

La colaboración entre la fundación José María de Olives y de Ponsich, Conde de Torre Saura, y la Societat Històrico Arqueològica Martí i Bella, ha permitido recuperar el conjunto etnológico de la finca Son Saura Vell, al sur de Ciutadella.

La labores de recuperación han contado con la desinteresada participación de los voluntarios de GIBET (Grupo de Intervención sobre Bienes Etnológicos de Menorca) de la SHA Martí i Bella. El trabajo del equipo, dirigido por el maestro paredador ( el que hace paredes de piedra en seco) Gabriel Pons Pons, ha sido supervisado por el técnico en patrimonio histórico, Antoni Camps Extremera, y el aparejador Angel Roca Vidal, miembro de la SHA Martí i Bella. Las obras comenzaron en noviembre de 2022 y se han prolongado hasta ahora.

Los bienes intervenidos

La barraca para ganado intervenida es un edificio monumental constituido por una superposición de cinco cuerpos. Los tres primeros son de planta semicircular, mientras que los dos superiores son de planta circular. La parte recta de los dos primeros cuerpos, conforma la fachada de la barraca, donde se abre la puerta de acceso interior, orientada al sur, como es costumbre en la isla.

La puerta da acceso a la cámara interior a través de un pasillo cubierto con grandes losas de piedra colocadas horizontalmente una junto a otra, salvando la anchura de los dos primeros cuerpos de la barraca. La cámara interior es de planta circular y se cubre con una falsa bóveda construida por aproximación de decenas de hiladas circulares de piedra. Las hiladas inferiores han sido reforzadas con morterotradicional.

La intervención ha consistido en levantar los cuerpos derruidos y recuperar el estado primigenio de la barraca. Para ello se han utilizado únicamente las piedras caídas de la misma a lo largo de los años. Además, se ha eliminado la vegetación que había crecido sobre la barraca y podado los acebuches más próximos al edificio.

Por último, se han levantado de nuevo las partes derruidas de una barraca vecina y se ha desbrozado un Pont de porquim (pequeña construcción de planta rectangular y techo en arco para resguardo de cerdos) situado en el margen derecho del camino que conduce a la playa de Son Saura y próximo a las dos barracas intervenidas.

El equipo técnico

Los trabajos de envergadura han sido realizados por el maestro paredador Gabriel Pons y su equipo en la segunda quincena del mes de abril. De noviembre de 2022 a mayo de 2023, se ha contado con la participación de los voluntarios de GIBET, grupo que tiene entre sus principales objetivos el conocimiento, la revalorización y la sensibilización de la sociedad menorquina sobre la importancia de conservar un patrimonio tan vulnerable como es el patrimonio etnológico. Y lo hace, básicamente, llevando a cabo trabajos de recuperación de bienes etnológicos en peligro de destrucción o de deterioro, siempre desde el voluntariado ciudadano. Las acciones más destacadas de GIBET hasta ahora han tenido que ver con la rehabilitación de construcciones de piedra en seco, en concreto, las barracas y los ponts afectados por la construcción de la ronda sur de Ciutadella (RC-2), un buen número de metros de pared seca de la finca pública de Sa Vinyeta (Ciutadella de Menorca), y las barracas existentes en la finca municipal de Es Pinaret (Ciutadella de Menorca).

Un poco de historia

Pese a que la evidencia arqueológica apunta a que la técnica ya se utilizaba en época prehistórica, no se puede precisar con exactitud cuándo se empiezan a construir muros y otros elementos de piedra seca en Menorca, ya que la gran mayoría son construcciones anónimas que nunca fueron registradas. Las primeras referencias documentales datan del siglo XIV, cuando el rey Pedro IV de Aragón permite cerrar con paredes las posesiones; sin embargo, la mayoría de elementos que se conservan hoy en la isla fueron construidas en las últimas centurias, y es en el siglo XIX cuando se completa la mayor parte de la red de muros en seco y otras construcciones afines existentes repartidas por todo el territorio insular, coincidiendo con el fin del proceso de cierre y privatización de los pastos comunales y de división de las propiedades.

Además de servir para delimitar las fincas, los elementos de piedra seca surgen de la necesidad de retirar esta piedra suelta del terreno para hacerlo cultivable y, a su vez, darle una utilidad, contribuyendo a resolver las necesidades de compartimentar y ordenar los diferentes espacios agrícolas de la unidad principal de explotación rural de Menorca. Efectivamente, los distintos elementos de piedra seca permiten dividir las propiedades en parcelas mucho más pequeñas para poder cambiar sus usos agropecuarios de forma rotativa y no agotar la tierra, reducir los efectos del viento sobre los sembrados, nivelar y permitir el aprovechamiento de los terrenos en pendiente, evitar la erosión del suelo y los movimientos de tierra provocados por la lluvia, canalizar el agua para drenar terrenos inundados y conducirla por donde se quiere, proteger ciertos árboles del rebaño y proporcionar refugio al ganado en cualquiera puesto de la explotación. Estas necesidades y otras muchas son el punto de partida del trabajo de un profesional muy especializado y ligado a la tierra: el paredador, principal responsable del modelado del paisaje menorquín. La presencia de la pared seca en todo el territorio insular lo convierte en uno de los rasgos más distintivos de la isla, de hecho, se ha llegado a especular que en Menorca puede llegar a existir entre 11.000 y 15.000 kilómetros lineales de pared seca .

El ámbito rural menorquín se divide, en su totalidad, en propiedades originariamente de naturaleza agropecuaria (el lloc) que, como se acaba de decir, se cierran con muros de piedra seca. A su vez, cada propiedad se divide en tres sementeros cerrados con muros en seco que, tradicionalmente, se explotaban en barbecho. Al mismo tiempo, cada sementero se compartimenta en parcelas mucho más pequeñas, las tanques, que se cierran también con el mismo tipo de muro. Este sistema ha permitido desarrollar una ganadería sin pastor basada en el sencillo, aunque eficaz sistema de apertura y cierre a conveniencia de los accesos a las tanques para el tráfico y la estancia controlada del ganado. Esto obligó al levantamiento de construcciones adicionales, con materiales obtenidos del mismo sitio, que servían de refugio y satisfacían las necesidades del rebaño cuando así lo requería el ciclo anual de cultivo. Estas construcciones son los ponts y las barracas que hay en toda la isla.

Como acaba de comentarse, es a partir del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX cuando se forja el modelo de producción cerealista tradicional, centrado en el cultivo de trigo y complementado con los productos ganaderos. Este modelo combinado, en un territorio limitado como el de Menorca, obligó a la compartimentación y ordenación de los espacios agrícolas para una gestión más sostenible del territorio. De esta forma, se construirían ponts y barracas para refugio del ganado en todo el territorio.

Como ocurre con los muros de piedra en seco, las barracas y los ponts son construcciones anónimas y de datación imprecisa. Sus características y el mayor o menor dominio y depuración de la técnica utilizada para su construcción, varía de unos casos a otros, así como su distribución en el espacio. Sin embargo, las barracas de mayores dimensiones, como la que ha sido objeto de la presente intervención, se construyen entre los siglos XVIII y XIX en explotaciones concretas, y a su función ganadera se añadía la afición que por ellas tenían los propietarios de las fincas donde éstas se levantaron; así pues, estas construcciones se convierten en símbolo visible del poder y el estatus social y económico de sus linajes, como así nos lo atestigua el archiduque Luis Salvador Habsburgo en los tomos dedicados a Menorca de su Die Balearen in Wort und Bild Geschildert ( Leipzig, 1869-1891) cuando se refiere a las grandes barracas existentes en las fincas del conde de Torre-saura y, en concreto, a la Barraca des Comte, situada en la finca de Ses Truqueries. Precisamente, en ciertas explotaciones que son o formaron parte en el pasado de la heredad de las principales familias terratenientes de Menorca es donde se encuentran los mejores ejemplares de este tipo de construcciones.

Algunos ejemplos datados son la Barraca de Sa Tanca de Sa Bassa (Son Salomó, Ciutadella de Menorca) que presenta en el dintel de la puerta la fecha de 1857; Sa Barraca de sa Tanca d’Enmig (Ses Truqueries, Ciudadela de Menorca) con la fecha de 1813 en el mismo lugar que la anterior; Es Pont de s’Aljub (Son Salomón, Ciudadela de Menorca), que presenta en el dintel de una de sus puertas la fecha 1858, hoy prácticamente ilegible; o el caso del monolito que remataba la cima de Sa Barraca dEs Comte (Ses Truqueries, Ciudadela de Menorca), que presentaba la cifra 94, que se ha interpretado como el año de 1794.

Es probable, también, que el levantamiento de las numerosas barracas y Ponts que hay en ciertas fincas de Ciutadella fuera consecuencia del excedente de mano de obra derivada de la aprobación en 1820 de un decreto real que prohibía la importación de cereales con el fin de favorecer la producción cerealística peninsular. Esto provocó que la flota comercial de la isla, dedicada la lucrativo negocio de fletar el trigo del Mediterráneo oriental y el Mar Negro hasta los puertos españoles, se resintiera, abocando a numerosos profesionales dedicados o vinculados a este negocio a emigrar al norte de África, o a refugiarse en el sector del campo, una situación que sería hábilmente aprovechada por ciertos terratenientes para realizar importantes mejoras en sus fincas y dedicarlas al cultivo intensivo de trigo y a la cría de rebaño para los mercados insular y nacional.

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